29 de enero de 2008

...porque era mía

"...qué fina ironía, pasar la vida entera deseando ser afamado escritor y tener que esperar a poner punto final a mis días para dar a luz a las que se convertirán en mis letras más leídas, las más llamativas (...) esta misiva, la carta de un suicida (...) Hay días en los que parece que sólo sale a la calle la gente fea, los semblantes largos, las ojeras o el arrastrar de pasos, las deformidades faciales pueblan las aceras y tiene uno la impresión de caminar entre engendros de un dios descuidado en sus creaciones (...) Hoy es una de esas tediosas jornadas en las que poner un pie en el exterior es sinónimo de hastío desde primera hora de la mañana, pese a que luzca el sol y el viento sople a favor. Será porque he acabado con ella y no se ha ido la pesadumbre de los últimos meses (...) aún así, ante un hipotético jurado jamás me condenaría, no oirían de mí arrepentimiento alguno, enmudecería la sala con el testimonio de un hombre que ha hecho justicia, que ha librado a la raza de otro monstruo. Merecía cada una de aquellas puñaladas, señoría. Usted no vio en su cara el desprecio como lo palpé yo durante años, asistiendo atónito a la gélida indiferencia, a la prepotencia materializada detrás de esas facciones dolorosas de perfectas, oculta tras una personalidad arrolladora. Descarada. Pura. No sentí lástima viendo aquellos ojos oscuros y rasgados apagarse sobre la alfombra, no había incredulidad ni miedo en ellos, sino furia, rabia impotente hacia su asesino (...) sé que murió maldiciendo porque sus labios expiraron de la misma forma que se movían cuando escupían humillaciones (...) mas esta vez ya no podré cometer el error de volverla a perdonar pese a sentirme hundido, he ganado esta batalla porque mañana -por fin, mañana- no tendré otra que librar, no habrá más trincheras, ni más treguas, pero tampoco habrá una vuelta atrás (...) Alguien podrá pensar que la odio, o que siempre lo hice y tendrá razón, he sido un adicto a su guerra diaria durante los últimos años y no voy a privarme de seguir siéndolo hasta el fin de la eternidad. Hasta la muerte de su dios. Puede que Él, como lo haría un jurado, me envíe al infierno por derramar su sangre, pero sé que no hay mejor lugar para encontrar a alguien como ella (...) sonrío satisfecho al pensar que podré pasar mi condena junto al cuerpo de la hija de un angel caído (...) pero no piense, señor juez, que la mate porque las vísceras me reventaron de rencor (...) porque si obré como lo hice, fue porque era mía..."
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15 de enero de 2008

Malditos

Canta el joven trovador a la tristeza cuando descubre cuan arduo es el vivir siempre en el camino; añora encontrarse con el próximo castillo, donde podrá volver a componer al resguardo de la piedra y la madera, olvidar por un tiempo las noches a la intemperie, los lobos al acecho en la inmensidad del bosque.
Quién sabe cuántos pasos más habré de dar hasta encontrar el próximo pórtico, quién sabe si acaso éste existe allá donde dirijo mi andar, se pregunta constantemente y, por no intuir el final, arrecia el llanto en su laúd, se ennegrece el día en sus ojos y desea regresar atrás, permanecer en el regazo que le ofrece su anterior parada.
Mas le enseñaron que los más sabios no se recluyen en monasterios en sus primeros tropiezos, sino que avanzan sin detenerse a lamer sus heridas, pues éstas cicratizan por su cuenta y sólo cabe obtener de ellas la lección necesaria para eludir reabrirlas en el futuro, y recorren la senda que han elegido o que la suerte les ha dejado con el ánimo dispuesto.
Y el trovador comprende que dejarse arrastrar por un vacío desánimo le conduce a morir la vida, a rendirse al hado, pero tambián al fado. Quizá por eso vuelve a brillarle ahora la mirada, dejan sus cuerdas de pensar en el inevitable mañana o en el rancio ayer y recicla su alma perdida. Sólo por eso le dedica tres únicos minutos a la melancolía.

9 de enero de 2008

El gudari y el lobo

Casualidades de la vida, el último etarra detenido tiene dos costillas rotas, además de otros desaguisados más preocupantes que los que le dejaron unos asaltantes desconocidos a ese productor televisivo de tanto renombre. Unos se remiten a lo que diga un juez y otros sacan las uñas, aunque uno tiene la sensación de que el sentimiento mayoritario es el de los habitantes del pueblo de la fábula de Pedro y el lobo, tantas veces como se ha podido ver a ciertos individuos enardecerse en el banquillo de las torturas sufridas.
No es descartable que a nuestras Fuerzas de Seguridad se les haya ido la mano, porque tampoco sería la primera vez, pero claro todo depende de la versión de los hechos. Se entiende que un agente de la lucha antiterrorista no se ande con rodeos a la hora de practicar ciertas detenciones, al fin y al cabo es su integridad lo que se ve perjudicada si al otro le da por partirse la cara con quien sea antes de encontrarse con las esposas puestas.
Otro asunto completamente distinto es que el susodicho agente se pusieran en plan Harry 'El Sucio' y, quizá por haberle hecho fatigarse en la persecución, quizá por comprobar cuánta información podía proporcionarle el etarra, le aplicara la lección número uno del manual de actuación de la Operación Cóndor -que le inflara a ostias, vaya- en cuyo caso el magistrado oportuno debería hacer algo más que evaluar el grado de crueldad del agente.
Sin embargo, la percepción general lleva a insistir en lo anterior: parece que, en el ideario colectivo, ciertos arrestados tienen otra condición, como si su umbral del dolor fuera distinto al de cualquier otro ser humano o como si, porqué no, se lo merecieran de algún modo, por asesino. Como dijo alguien recientemente, todo va en el sueldo, y aunque pudiera parecer un argumento para justificar las heridas de guerra -que en eso aseguran estar- debería llevar a los agentes de las Fuerzas de Seguridad a una reflexión.
En su nómina va jugarse el tipo, pero también atenerse a la ley, por aquello de que debe ser igual para todos, y no dejarse llevar por ciertas perversiones que parecen innatas en el ser humano, por mucho que las ganas de darle dos sopapos a uno de esos se nos vengan al cuerpo a todos cuando vemos lo que son capaces de hacer si se les deja hacer política a su modo. Cabe no olvidarlo, porque cada moratón es un nuevo punto a favor en el argumentario del gudari, que eso dicen que son.