Cómo explicarlo.
Diría que es un zumbido, un ardor de estómago, un temblor de órganos incontrolable que aumenta en intensidad con el paso de las horas y los días.
Se dilata el tiempo al antojo de los sentidos. No hay minuto que dure sus segundos, no hay días que sucedan a las noches. Todo se detiene y aguarda, alerta, a la espera de la implosión.
Y cuando esta llega, todo se desordena en un sublime caos que no entiende de leyes naturales y gira y se arremolina y hace cabriolas a tu alrededor.
Y así hasta que logras asirte a un hecho, quizá un minúsculo detalle que hasta entonces habías dejado pasar. Te aferras, con fuerza, estiras de él y consigues que todo vuelva a su lugar.
Entonces la pasión se mitiga, pero el resultado no tiene porqué agradar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario