27 de mayo de 2013

León Benavente: “¿Supergrupo? Nosotros no tocamos con capa”

Eduardo Baos, César Verdú, Luis Rodríguez y Abraham Boba: León Benavente. Foto: Laura Prieto para Marxophone

Como Them Crooked Vultures o Atoms for Peace, de pronto un tramo de carretera del norte penínsular adquiere proporciones épicas antes incluso que de ser asfaltado. El nombre del padrino que la inaugura contribuye a la expectación. León Benavente entra en escena sin trajes de licra, pero con actitud rock.

León Benavente empieza por la necesidad de cuatro amigos de hacer canciones juntos. Que todos vengan de tocar con Nacho Vegas o hayan desarrollado su carrera con Tachenko, Schwarz o en solitario, como el propio Abraham Boba, es algo accesorio.

El bagaje de cada uno, sin embargo, les ha valido el calificativo de ‘supergrupo’, como si fueran a tocar en mallas o tuvieran poderes cósmicos. El hecho de que haya sido Nacho Vegas el encargado de escribir una hoja promocional -más cercana a la literatura de ficción que al marketing- ha contribuido a engrandecer ese halo antes incluso de su estreno en directo, que es donde uno se cerciora de si llevan o no capas.

“No me gusta nada la definición de supergrupo, me parece pretencioso”, zanja Luis Rodríguez durante una entrevista en las oficinas de Marxophone, responsable del lanzamiento de León Benavente (2013) y, no es casualidad, refugio de estrellas autoeditadas como Refree, Mucho, L.A., Luis Brea o el propio Nacho Vegas.

“Intuíamos que le gustaría el disco y que sería una buena manera de introducir el disco a la gente no con la típica hoja de promo, sino con algo escrito con libertad. Al final hizo esa maravilla”, explica Abraham Boba. Hasta ahí el influjo del asturiano.

En cuanto a los superhéroes, más que los poderes ha reinado algo “tan democrático como el sentido común”. “Estás tocando una idea y dices, voy a proponer un cambio, vale, se prueba, se escucha y rara vez hubo desacuerdo. Prueba-error, como hacían los Beatles”, dice Luis, que, bromea, quería “meter violines”

Superpoderes y padrinos al margen, León Benavente poco o nada tiene que ver con lo que Abraham Boba, Luis Rodríguez, Eduardo Baos y César Verdú han hecho en su trayectoria con Vegas. En León Benavente cada canción es un tiro, una sucesión de rejonazos incluso en aquellos momentos, como en Ser Brigada, en los que Abraham Boba recita más que canta.

León Benavente, protagonistas de una road-movie. Foto: Laura Prieto/Marxophone 

Desde el principio, dicen, sabían hacia dónde enfocar el álbum. “Es verdad que hay algo de urgencia en las canciones, pero teníamos claro que queríamos un álbum sin rodeos, que no hubiese florituras”, señala Boba, mientras Luis completa la frase: “y además es algo que se agradecerá en el directo, no inflar las canciones de arreglos”.

Luis, habitual al bajo se ha pasado a la guitarra y habla del sonido del instrumento en “ esos temas menos típicos de Motörhead”, del gusto compartido por el resto de la banda por Stereolab y de cómo descubrió a Sybille Baier.

Boba, por su parte, habla de un disco “visceral”, “canciones pop tocadas con sangre y un poco de rabia”. La palabra se ciñe perfectamente a la descripción: un lugar “en esa frontera en la que no se sabe si se va hacia el pop o al rock”.

“Todo las canciones, salvo La gran desilusión están tocadas en modo menor”, explica Luis. “En la música hay dos grandes modos, el mayor se asocia con algo alegre y el modo menor es algo más melancólico, pero yo creo que muchísimo más potente”.

Las letras de Boba, sin embargo, no se dejan llevar por esos ambientes melancólicos en muchas ocasiones. Sale a colación en la conversación el nombre de Wes Anderson y, en cierto modo, hay algo de esa visión cómica pero algo cínica de la realidad en cada canción. Aquel que llegue a mayor que lo cuente en clave de humor, dice en Revolución.

Son composiciones “que se cuestionan lo que está pasando en este momento y en este lugar, sin ánimo de canción protesta”, como Las hienas o Las ruinas que se contraponen a otras de carácter más personal, como Estado Provisional.

“Al hacer canciones puedes evadirte o usar lo que tienes alrededor, lo interesante es (en ambos casos) tener cuidado para no caer en lugares comunes”, dice el letrista del grupo. En otros momentos, Boba se deja llevar “por el propio contexto (musical) de la canción, que te dice por dónde tienes que llevar la letra”.

El single de presentación, Ánimo, Valiente, parece un ejemplo de lo anterior y, al mismo tiempo, una arenga a una generación -o a si mismo- muy apropiada.

“No sé si estoy mejor o peor que cuando empecé en esto, estoy más o menos igual”, dice Boba, al que apunta Luis: “los músicos como nosotros siempre estuvimos en crisis”. “(El del músico) siempre ha sido un mundo incierto, muy de ahora-no-me-va-bien mañana-no-sé-qué-pasará, que es lo que creo que está pasando en otros sectores”, añade Boba.

Lo que sí parece que habrá, por alguna que otra referencia a lo largo de la conversación, es una segunda parte para la banda. Aunque no conviene adelantar acontecimientos, es el momento de León Benavente, de “defenderlo, tocar, disfrutar y que lo disfruten”. “No sé que recorrido puede tener el disco, pero la idea es que cuando se termine, hagamos otro”, concluye Luis.