23 de marzo de 2009

Consentida

Permíteme este pequeño desahogo...

Puede que a él se la cueles con tu sonrisa encantadora y cierta voluptuosidad condenadamente peligrosa, pero a mí no me la das con queso. Yo soy ciego.
Soy el de fuera, el que utiliza la mirada sin mácula que por estima él no aplica, el que cree que siempre serás una egoísta. Conmigo no servirán esos cantos de sirena. Yo soy Ulises.
Tú, que ni comes ni dejas comer, que procuras siempre atar en corto, haces pases a ese dicho que equivocado reza es la última la tercera, que promesa tras promesa te meas en la fe. Tú, consentida, no tienes corazón, ni tienes nada -o puede que cierto polvo espeso de color fangoso.
Has actuado como el más malo de la película, el que promete a su víctima que no lo matará y luego lo asesina. Te has subido a ese carro que has comprado tan barato para abandonar a la mula justo al borde del acantilado.
Si te tradujera correctamente creo que no estoy enamorada de te sonaría a por qué cojones me haces perder el tiempo. Pero, claro, tú no hablas ningún idioma, sólo conoces tu lengua, que es la de las serpientes, la de las alimañas, la del perro que se lame la sarna.
Tú, maldita, has construido ilusiones sobre las derruidas para poder demoler las frescas únicamente por aburrimiento. Me pregunto, malcriada, si se te revolverá en algún momento la conciencia.
Aunque en verdad casi prefiero que te explote la cabeza.

...y un largo suspiro.

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17 de marzo de 2009

Elegía

El amor puede ser como la muerte, dicho esto en el sentido de que una despedida por falta de lo primero produce en lo profundo de los corazones la misma sensación que la ausencia de un ser querido por lo segundo. Es una suerte de atónita incomprensión, de estupor incontenible, el que, como me dijo una vez un hombre muy sabio, sentimos ante el no-ser, que no es más que una nada injusta plantada ante nosotros como una burla.
Lo siguiente no anestesiará el dolor de nadie, pues supone únicamente una reafirmación de lo anterior y, como es sabido, sólo los tontos se consuelan con el mal de muchos.

No se apresurará el invierno
a dejar paso a la primavera
por que te haya dicho adiós
y tú reniegues de su ausencia
Seguirá su rotación este planeta
a pesar de tus llantos, tu amargura
o tu tristeza
Y mientras el mundo se construya
día a día sin su presencia
aprenderás que más allá del ser
no queda más que un vasto vacío
imposible de asumir como la muerte
como su silencio, como la nada.

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8 de marzo de 2009

Omaha

Robert Mitchum se levanta tras una de las dunas de la playa de Omaha, mientras la infantería alemana hace estragos entre sus hombres a base de fuego de artillería, fusiles y ametralladoras y grita: Sólo dos clases de hombres se van a quedar en esta playa, los que van a morir y los que ya están muertos, de modo que todos arriba, sois de la División 29.
Peor que el hecho de que Hollywood tenga los derechos de autor de algunas de las mejores arengas del hombre es tener que mendigar uno de esos discursos a un congénere que, tal vez, la necesite más que tú.
Moraleja: construya su propia arenga de uso diario y no dependa nunca más de los demás.

Aquí no se rinde nadie
el que quiera la eutanasia
que haga méritos y la gane.
Nos quedamos todos,
primero tú, después yo
luego el resto que nos alcance.
Vamos a plantar batalla
que dormir y morir
ya lo hacen los cobardes.

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