23 de diciembre de 2013

Kepa Junkera: "Estamos moldeando una parte de la cultura"

El músico euskaldun Kepa Junkera. Foto: www.folmusica.com 

Un ambicioso proyecto que fusiona las melodías de la música tradicional vasca con los ritmos del folclore gallego es el último trabajo del vasco, que presenta en 'Galiza' un álbum completamente diferente a lo que ha hecho hasta el momento, aunque con los ingredientes habituales a lo largo de su carrera.

Músico autodidacta desde que "a los 9 o 10 años" escuchara a su abuelo tocar junto a sus amigos la pandereta y la trikitixa, Kepa Junkera es en la actualidad uno de los músicos vascos más importantes dentro del folclore euskaldun.

Empezó repitiendo el repertorio de la música tradicional y luego a componer sus propias melodías que han visto la luz desde mediados de los 80 en una veintena de proyectos de estudio distintos. El último de ellos, 'Galiza' (FOL Música, 2013) es una fusión de música tradicional gallega con esos elementos que Kepa Junkera lleva trabajando durante décadas.

"Galiza se sale de lo que habitualmente he hecho, que es la música tradicional vasca con mis composiciones e instrumentos como la trikitixa, la txalaparta o los panderos", explica el artista vasco, que confiesa haber mantenido "una relación muy especial con Galicia desde hace más de 25 años".

Aunque Kepa asegura que siempre ha sentido admiración por las melodías populares gallegas, en este trabajo se planteó trabajar de una manera muy concreta: ponerse en contacto con distintos amigos de la música gallega para que ellos aportaran "la materia prima" de la música gallega y luego él "añadir los instrumentos con los que he trabajado toda mi vida".

"No quería añadir un bajo, una batería o programaciones, si no dejarlo en la desnudez que tiene esa música y que me parece ya muy potente", detalla Kepa, que "respetando la sonoridad de cada invitado", él introdujo en cada uno de los 36 temas sus melodías y composiciones.

"La música popular tiene muchos puntos en común en toda Europa, pero hay zonas donde esas influencias son más claras. Aquí en el norte tenemos elementos muy parecidos, como los instrumentos o ritmos muy parecidos con diferentes nombres y pulsos", sostiene.

Las diferencias, sin embargo, son pocas, según el músico, que señala que se hacen palpables según "el instrumento con el que compongas", en "la sucesión de notas" que cada uno de ellos puede extraer y "en su propia idiosincrasia".

"Ellos tocan la pandereta de una forma y yo de otra, hay pequeños acentos diferentes, pero para eso tienes que escucharlo bien. Las gaitas pueden parecerte todas iguales, pero no tiene nada que ver una escocesa y una gallega o una irlandesa", igual que "un acordeón no es lo mismo que un bandoleón, una concertina o un acordeón de piano".

"Lo bonito de todo esto es que hay un patrimonio que tenemos que mimar y que cuidar, porque ha llegado a nuestros días después de generaciones. Yo a partir de ese patrimonio genero nuevas melodías", explica Kepa Junkera, defensor del potencial exportador que contiene la música popular que se hace en la península frente a otro tipo de estilos con más público actualmente.

"Tu no puedes ir con una serie de músicas que han desarrollado otros y es más complicado proponerles algo nuevo", considera el artista, que pone de relieve que la música tradicional vasca "es algo que se ha hecho aquí entre nuestros padres y abuelos".

"Me extrañaría que me llamaran de Irlanda si tocara ritmos suyos. Me llaman porque quieren que toque mis melodías, con mis técnicas y con mi sonido y mi forma de tocar. Para mi hay una mina en todo esto", confiesa el músico, pese a que la música tradicional sigue siendo de "proyectos artesanales y gente minoritaria que lleva muchos años y que toca para gente muy fiel, pero que no está en los circuitos promocionales habituales".

Y aún más allá, Kepa Junkera cree que "no puedes imitar" estilos nacidos en Estados Unidos, por ejemplo. "Es otra cultura, tanto para lo bueno como para lo malo y no tiene nada que ver Texas con Bilbao. Lo que surge allí no se puede imitar y he podido comprobar que músicos muy buenos de otros lugares lo que encuentran interesante es la música popular que hacemos".

Para él, personalmente, el folclore "ofrece mucho más que muchas músicas actuales". "Y yo escucho música electrónica, porque tengo un estudio y trabajo con algunos artistas de ese estilo y tengo contacto con artistas modernos de diferentes disciplinas", puntualiza, para dejar claro que hacer música tradicional no supone "que vistamos con albarcas o no tengamos contacto con la realidad".

"Defendemos algo que va dentro de nosotros", sentencia Kepa, que cree que "no podría aportar nada nuevo" a otros estilos que no fueran al que se dedica. "Esto es auténtico, esto tiene energía, esto es real, esto está tocado de verdad", glosa sobre su último trabajo, "es un trabajo real y tenemos la suerte de que estamos modelando una parte pequeña de la cultura".

9 de diciembre de 2013

Zatu: “Yo ya he escrito mi nombre al final de la partida”

Zatu, en primer plano, con Acción Sánchez y sin su libro. Foto: www.boamusica.com 

El sevillano debuta por primera vez en solitario pilotando un barco que nada tiene que ver con el que está acostumbrado a navegar en SFDK. Forjado en Twitter, su libro ‘Yo Zatu y mi severa fractura de kráneo’ es su incursión personal en la narrativa para compartir con sus seguidores algunas de las anécdotas que lleva en el bolsillo.

Como bien señala en algún momento de la entrevista, Saturnino Rey García es hombre de conjunto, de andar siempre en compañía y armar y contar las más variopintas batallitas.

Sus últimos trabajos han sido álbumes con Crew Cuervos y Mala Juntera, y aquel multitudinario Lista de invitados (SFDK Records, 2011) en el que el dúo sevillano se hacía acompañar de distintos MC’s españoles y latinoamericanos.

Quizá por eso se le nota algo más callado que de costumbre. Le falta en cierto modo el apoyo de Acción Sánchez, a quien dedica menciones una y otra vez en su libro. Con él abre su recopilatorio de anécdotas y con él lo cierra.

“A Óscar le gustó mucho y lo vio como lo que es. Me dijo, esto para los seguidores va a estar bien”, dice Zatu, que deja meridianamente claro el respeto que le merece el producto que está poniendo sobre la mesa.

“Se ha tirado el libro cinco días desde que me lo dieron de imprenta encima de la mesa del salón. Cada día lo cogía, lo levantaba, lo volteaba, lo miraba de lejos y pensaba, hostia hay un libro ahí que es mío”.

Porque sí, Zatu, el del Yo contra todos, está nervioso y deja escapar de vez en cuando un ‘mi disco’ y admite que siente mucho respeto hacia los viejos lobos de mar del gremio, que no vayan a pensar que este sevillano ha llegado para comerles la tostada. “No es un libro pretencioso”,  repite en más de una ocasión.

Yo Zatu y mi severa fractura de kráneo es Saturnino Rey de principio a fin. Un repaso por algunas de las historias que acumula en su haber después de décadas dedicándose a la música, la gente que ha conocido por el camino, anécdotas que se hicieron canciones y otras que no había contado a nadie.

Se lo reclamaron sus seguidores en Twitter después que en varias remesas de 140 caracteres contara algunas de las más bizarras. Se puso a hilarlas las noches que podía, tirando “de más recursos narrativos que en las canciones” y siempre con su estilo desenfadado.

“Al final son historias de superación, de la guerra diaria de alguien que se ha dedicado toda su vida a levantar su propia historia”, resume Zatu, que cree que “algún curioso” podría encontrar entretenido leer sus anécdotas y reflexiones.

Él mismo confiesa haberse sorprendido al releer lo escrito y comprobar que ha servido para poner en orden algunos aspectos de su vida. En capítulos como ‘Ese algo’ o ‘Sin pecado concebido’, Zatu se sincera, en otros como ‘El liricista en el tejado’ o ‘Tiburones’ repasa su historia en SFDK.

En cualquier caso, de momento no parece que vaya a ser un punto y aparte en la carrera del sevillano, que ya tiene en mente otro disco.

“Me lo tomo como un oye, aquí está esto para que sepas algo más de mí”, dice, aunque en cierto modo confiesa que le gusta “eso de dejar algo” para el mañana. “El tiempo que esté aquí yo quiero dejar algo –hace una pausa y continúa- ya me podría morir tranquilo, yo he escrito mi nombre al final de la partida, pero siempre hay algo más”.

En este caso, por ejemplo, se conforma con el feedback que ha recibido en las primeras 24 horas desde que el libro está en la calle. “El tuit que más he leído ha sido: ‘Va a ser la primera vez que me compre un libro sin que esté obligado’ –relata- Si sirve para que los chavales se arranquen a leer, ya está bien, conseguido”.

Y, al mismo tiempo, eso le “sobrecoge y asusta” de alguna manera, igual que le acongoja un poco saberse escuchado por mucho público adolescente. “Soy un hombre de 36 años con otras preocupaciones en la cabeza que quiero contar, me planteo ¿no lo puedo contar porque me oye el niño?”.

La pregunta viene entonces al pelo: ¿se ha ablandado Zatu con el paso de los años debido a su público? “No, ha sido más por mis estados de ánimo y por cómo te sientes en la vida cuando escribes. Ahora mismo estoy escribiendo un disco más oscuro, más duro, por ejemplo”, adelanta.

Porque en el futuro le espera más música, de nuevo junto a Acción Sánchez bajo el paraguas de SFDK. “Necesito volver con Óscar, trabajar con él. Tengo un par de temas escritos y como viene en cada disco me pregunto, qué digo que no haya dicho ya, que no hayan dicho otros”.

Y aunque suene complicado, Zatu dice sentir el gusanillo del creador que busca en cada nuevo proyecto sus mejores resultados: “Ahora mismo estoy en mi obra más ambiciosa, en lo que quiero que sea mi obra culmen, que te pueda gustar o no, pero que indiscutiblemente tengas que decir, menudo hijo de puta”.

2 de diciembre de 2013

L.A.: “Cuando una banda se hace grande parece que se autoimpone untecho”

L.A. a lo suyo y a por todas. Foto: Juan Pérez-Fajardo/I'm An Artist 

Lluis Albert Segura va marcando lentamente cruces en su lista de haberes. Con Dualize se ha metido la escena española en el bolsillo y ha continuado dejándose caer por el extranjero. A punto de cerrar el año, habla de un 2014 centrado en los directos, pero se atreve a dar pistas de su próximo álbum.

En la última conversación con Lluis Albert, la agenda del mallorquín con ‘Dualize’ (Dreamville/Marxophone, 2013) incluía una lista de deberes para su banda. Algunos pendientes y otros por cumplir.

Repasándolos de buena mañana en una cafetería de la calle San Bernardo, en su segundo día atendiendo a distintos medios, no cabe duda que la más importante de esas tareas, reforzar su imagen en la escena española, puede marcarse como conseguida.

“Sigo pensando que falta mucho trabajo que hacer en España. Echo la vista atrás y pienso que hemos recorrido bastante.

Ya no somos los de hace seis años, que absolutamente nadie sabía quiénes éramos, pero creo que el ritmo de trabajo que tenemos es el bueno para seguir unos años más y llegar a afianzar la empresa”, explica.

Y es cierto, el fundador de L.A. ya no es aquel fichaje algo anónimo de Universal del ‘Heavenly Hell’ (2009) que pasó desapercibido para el público en un primer momento y que ofrecía discretos conciertos en pequeñas salas de Madrid.

Gracias al EP de ‘SLNT FLM’ (Dreamville/Universal, 2012) y, sobre todo, a su segundo álbum de estudio, ‘Dualize’, el mallorquín puede plantearse cerrar el año encarando su próximo reto en la capital: un aforo de 2.500 entradas, el último peldaño en el circuito madrileño antes de lanzarse a recintos con capacidad para cifras de cinco dígitos.

L.A. ha conseguido cierto nombre en la escena independiente española, esa que, independientemente del género, llena salas de tamaño medio y garantiza asistencia a festivales, pese a lo que define como "handicaps: cantamos rock en inglés y venimos de una isla”.

“Nuestro estilo de música no es el que se consume masivamente en el indie español”, admite Lluis Albert, que confiesa que, aunque “queda mucho trabajo por hacer” en España, “en eso están” y, además, lo hacen encantados.

Hace cinco años, explica, cuando tocaron en una pequeña sala ante un aforo reducido “aquel concierto también era un reto”. “Años después, la Joy Eslava fue como tocar en el Royal Albert Hall –y de hecho sigue siendo como tocar ahí para mi- y ahora vamos a la Riviera”.

Lluis Albert habla de algunos conciertos que ha hecho como hitos importantes de la carrera del grupo y, quizá por eso, porque ha calibrado perfectamente dónde está actualmente la banda, habla del futuro con esa calma tan mallorquina:

“- ¿Cual sería el siguiente paso?

- Veo a Lori Meyers o Vetusta Morla hacer una tercera noche en La Riviera y creo que ese es el siguiente paso”.

“La Riviera son 2.500 personas, un número que no deja de rondarme la cabeza desde hace meses, porque muchas veces pensamos: somos cuatro mallorquines que hace cinco años nadie sabía quiénes eran”, confiesa.

Seguramente hace cinco años, cuando cargaban el equipo escalera abajo en el Costello no se imaginaron que ejercerían de teloneros de Muse en Barcelona, que tocarían en el festival de Reading o que visitarían México, Chile y Argentina, como han hecho este año.

Sin embargo, y aunque sean cuatro mallorquines haciendo rock en inglés, Lluis Albert está convencido de que L.A. puede hacer frente a cualquier tipo de público sin ningún tipo de complejo o limitación.

“En España cuando una banda se hace muy grande, de repente parece que se autoimpone un techo”, reflexiona el artista, que defiende la necesidad de que su banda se quite ese complejo y no salga de gira por su país y el resto del mundo “pidiendo perdón”.

“Hay que ir a por todas y hay que posicionarse y hay que intentar estar al nivel de otras bandas. No vamos de excursionistas, vamos a enseñar nuestra música, en la que creemos y con la que vamos a hacer un pedazo de bolo”, sostiene.

Según Lluis Albert, “hay mucho complejo” queda todavía mucho complejo en una escena musical en la que menciona grupos como Love of Lesbian, Dorian o Delorean como ejemplos de cómo trabajar dentro y fuera de nuestras fronteras.

Ellos, explica el cantante, van consiguiendo dar “primeros pasos” en los distintos países que han ido visitando, trabajando lentamente, poc a poc i amb bona lletra, que dirán en su tierra, para la tarea pendiente: un hueco en la escena internacional.

De ahí que 2014 lo quiera dedicar a girar fuera de España y a entrar en el cartel de las distintas citas que se suceden durante la temporada de festivales en Europa, pese a que el cuerpo le pida sentarse a grabar de nuevo.

“Anoche estaba repasando las últimas demos que he grabado y tengo material para otro disco. Podría coger esas canciones meterme en un estudio y grabar, pero no tenemos tiempo material de hacerlo (...) no quiero grabar en una semana, me gusta sentarme y hacerlo tranquilamente”.

Con la agenda como la presenta, Lluis Albert calcula que hasta octubre de 2014 no podrán entrar en un estudio, con lo que “no podré tener en la mano un disco hasta 2015 por lo menos”.

Sí tiene claro que será un álbum “que irá un poco más allá” porque Dualize abrió “una puerta de experimentación sonora que he visto que ha funcionado y que quiero probar”, pero no si podrá contar de nuevo con Richard Swift o si adelantará algo en un EP.

“De momento creo que Dualize tiene vida todavía. Me gustaría hacer un disco por año, pero me da pena matar al disco. Ya me pasó con Heavenly Hell, creo que nos quedamos con temas como Elizabeth o Stop the clocks sin darles la presencia que tenían”.

“Las canciones de Dualize todavía tienen recorrido, tenemos un videoclip preparado para primavera con Pictures on the Wall y otras como Under Radar u Outsider se merecen un videoclip también”, explica, añadiendo la posibilidad de publicar también las demos o versiones de su segundo álbum.

Porque en realidad, su último álbum “no tiene ni un año”. “Aquí en España se consume muy rápido el single (...) en un mes ya tienes que sacar una nuevo y eso es algo que me quemó de la multinacional. Yo creo que se puede decorar y enriquecer cada disco con remixes, demos, vídeos, acústicos”.

El panorama es distinto en Estados Unidos, por ejemplo, explica Lluis Albert, donde la gran cantidad de radios y medios dedicados a la música permiten que un single se alargue más en el tiempo.

Sin embargo, parece que en Europa vamos más rápidos. “En la portada de la NME cada quincena prácticamente aparece una nueva banda del momento. Antes los Who eran la referencia durante muchos años, ahora parece que pasas un año sin sacar disco y desapareces del mapa”, considera.

En esa forma de consumir el producto musical, juegan un papel básico las plataformas de streaming, que pueden ser un aliado -pues como él mismo reconoce en sus conciertos latinoamericanos el público le conocía por Spotify o similares- o un enemigo, como lo considera Thome Yorke.

Spotify, como el resto de plataformas de streaming, son “un debate complejo”. “Si filas prim, si hilas fino, toda es una mierda, todo tiene su porqué y a todos nos sacan la pasta y por todo nos roban”.

“Si te pones a mirar si favorece o no a las bandas, yo estoy a favor de Spotify. Total la gente lo va a escuchar en otro lado, porque es tan fácil como buscar en cualquiera de las páginas donde está el disco y bajárselo”, dice, dejando claro que “España es el país de los piratas”.

“Thome Yorke, si la gente quiere tu disco lo va a conseguir, incluso antes de que lo hayas sacado, incluso antes de que lo compongas la gente ya lo tiene”, bromea. “Si hay una plataforma que vela por tus derechos... yo no he leído las cláusulas de Spotify, pero sé que la gente escucha mi disco ahí y que he vendido tickets de conciertos por tener mi música ahí”.