23 de abril de 2013

Sharif: "El rap tiene la responsabilidad de hacer algo grande"

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El zaragozano regresa a escena con un álbum tan cargado de tinta como las letras de sus canciones, en las que se deja entrever como lo que es: un amante de la buena literatura, de la palabra precisa en el momento oportuno y del arte y sus bondades.

Sobre los márgenes (BOA, 2013) es “una continuación natural de A ras de sueño” (Muffin Records, 2010) dice Sharif, “en lo que a mi me importa, que son las letras y el lenguaje”. Como la vida es movimiento y cambio, admite una evolución respecto al disco anterior “ya desde su concepción”.
“Con el camino que hemos hecho hasta aquí hemos aprendido a hacer las cosas para que el resultado sea mejor” tanto “a la hora de hilar las canciones y desarrollarlas” como en el proceso posterior de acabado y empaquetado.

“Suena más serio y profesional, por así decirlo”, afirma Sharif Fernández, que sin embargo habla de A ras de sueño sin desmerecerlo un ápice. Su trabajo en torno a ese disco es, en parte, la razón por la que la entrevista transcurre a día de hoy en las oficinas de Boa.

“Contar con la infraestructura es ya un avance, nos permite una tranquilidad y una libertad y una despreocupación por temas que no son baladíes, pero que no son puramente artísticos. Te permite centrarte en lo importante, que es pensar en las canciones”.

“Si a eso le sumas la experiencia, en este disco hemos llegado a sitios que con el anterior no habíamos conseguido”, explica el MC zaragozano, que tras haber dado sus primeros pasos en Fuck tha Posse y Tr3s Monos lleva desde 2009 trabajando en solitario.

Como él mismo admite, se encuentra en un “lugar dulce” en este momento, con varias copias del álbum recién estrenado encima de la mesa y dos días de entrevistas por delante.

“No le doy importancia a la posición relativa en la que me encuentro: antes estaba a ras de suelo, ahora sobre los márgenes, quizá en el siguiente disco esté debajo. Si hay algo con lo que quedarse es que existe un cambio, una evolución que, si no es indispensable, es fundamental y obligatoria. Me gusta estar en un sitio distinto”.

A Sobre los márgenes se le notan unos años más acumulados en las costuras de las canciones de Sharif, que sigue asomándose al tiempo y al espacio con una mirada que parte de lo personal.

“Hay veces que me molesta un poco no ser capaz de simplificar, de sintetizar y no ser tan enrevesado”, dice con media sonrisa al tiempo que considera que la música también debe servir “para llevar a las personas a otro sitio”.

“No a un paraíso artificial con flores muertas, pero sí que debería llevarte a un sitio que, sin ser ajeno a la realidad, te alivie un poco”, añade. Por eso se recrimina en parte el haberse dejado llevar por la realidad “cruel, hostil e ingrata” a la que ningún ciudadano es ajeno hoy por hoy.

“No soy ajeno a la tristeza colectiva que estamos viviendo y eso se ha reflejado en el disco de una manera que, para mi gusto, es demasiado evidente en canciones como Nada que perder o Con el grito en el suelo”, canciones en las que sale “a la superficie esa sensación de descontento generalizado, de descontento y desilusión”.

Por mucho que hubiera intentado evitarlo, explica, cualquier disco es personal y en él acaban aflorando las obsesiones de su autor. Como dice Rafael Lechowski: “Como quieres que no hable de mí si solo hablo conmigo”.

En el caso de Sharif, ese hablar de si mismo no trae consigo el egotrip y la competición a las que estamos tan acostumbrados en el rap español. “La competición no es que me cansara, es que nunca me convenció”, sentencia el MC, que recuerda cómo creció con cierto “estigma” por la opinión que su madre tenía del hip-hop.

“Yo sentía que era una música con tanta fuerza, pasión y corazón que quería compartir eso con mi madre, pero ella veía que era una música en la que no paraban de insultarse y competir. Por eso crecí pensando que el rap sirve para algo más que eso. Me gustaría que existiera un rap que pudieras ponerle a cualquiera y todos dijeran 'coño, esto es música'”.

No se le malinterprete. “Si hay que cagarse en la puta en una canción se hace, pero yo hablo de lo inmortal de la música y creo que se puede hacer un rap así. El rap puede hacer algo mucho más grande, es su responsabilidad”, matiza.

Sharif no puede negar que sus canciones persiguen cierta trascendencia, como el mismo la busca en la literatura. “Aunque la literatura y la música convergen en ese punto, la literatura es mucho más innortal que la música”, reflexiona este músico que estudia Filología y que compatibiliza sus canciones con distintos trabajos más mundanos que le dan de comer.

“Pero es que en la música existen ejemplos de canciones inmortales -continúa- Joaquin Sabina es un ejemplo y en el rap te puedo hablar de Kase.O. Hace más de 15 años se escribió A solas con un ritmo y lo sigue rapeando a día de hoy y se sigue follando al 80 por ciento del rap nacional, en el cual estoy yo”.

Se hace en este punto una pausa en la conversación para hablar de Kase.O ¿Cómo se rapea en Zaragoza después de que lo haya hecho Javier Ibarra?: “No queriendo mejorarlo. Una de las cosas que nos ha dado Kase.O es, bajo mi punto de vista, ahorrarnos la satisfacción de competir, nos ha permitido la libertad de saciarnos a nosotros mismos. Como él está ahí no puedes competir. Por utilizar un oximorón, Kase.O es un dictador magnánimo”.

Es solo un ejemplo -un gran ejemplo- pero sirve para que la conversación vuelva a la literatura y el arte. “La inmortalidad existe en el arte, de hecho, la consigue sin perseguirla, porque en el fondo lo único que intenta es representar la realidad de un momento puntual y exacto. Pero cuando consigue representarla de una manera tan perfecta que la obra de arte supera la realidad que le sirve de escenario se termina haciendo inmortal”.

“Eso es a lo que creo que debe aspirar la música, igual que la pintura o la escultura, es la responsabilidad que tiene”, afirma Sharif, que en ese proceso egoista que es la creación artística busca “una frase que estremezca”. Quiero escribir un verso inmortal que se entienda sin lenguaje, canta en Sobre los márgenes pese a que rechaza el calificativo de poeta, para él y para el resto de raperos.

“Estudias a Celaya, María Zambrano, Unamuno y te das cuenta de que es demasiado ambicioso y pretencioso decir que los raperos son los nuevos poetas. La poesía y el rap tienen puntos en común, pero la poesía responde a un gran sentimiento social de solidaridad y el rap tiene mucho más de ego que de solidaridad”.

A través del cristal. Foto: Rubén Mefisto/www.boamusica.com 

“El rap no es solo ego, hay muchos artistas que no hacen solo canciones de ego, pero el epíteto de poetas es demasiado pretencioso, está bien decirlo como recurso, pero de hombre a hombre, con seriedad, no me atrevo a considerarme un poeta como lo fueron Alberti, Guillén o Lorca. Los raperos somos más bien aprendices de brujo”.

Sin embargo, hay algo que el rap y la poesía comparten y es la obsesión por dar con esa frase, dice Sharif, en un proceso creativo similar, que en el caso de los poetas Jorge Luis Borges definía como la inminencia de una revelación y que el zaragozano describe como una vibración interna.

Fito dice que en el fondo todas las canciones son la misma y yo creo que en todas las canciones se dice lo mismo con distintos versos”. Cuando escribes una canción, señala, siempre buscas lo mismo: dar con esas emociones que son también las mismas desde el principio de los tiempos.

Para encontrarme tuve que perderme, tuve que aprender a desprenderme y ahora voy un poco más libre, un poco más triste, en busca de una frase que ya sé que no existe, recita Sharif, que define su último trabajo como “un bonito viaje a ninguna parte”.

“Hay rumbo, pero no hay destino, lo importante es el lastre que te llevas. No quiero ni vencer ni convencer, quiero disfrutar del viaje, porque si haces eso la vida ya habrá sido de provecho”.

22 de abril de 2013

Budiño: “En todos los países a los que viajé me encontré a un gallego”

Budiño, folk gallego con modales de electrónica. Foto: Fol música 

Xose Manuel Budiño presenta 'Sotaque', un disco en el que el folk gallego se asienta en una poderosa percusión tratada bajo su experiencia como productor de música electrónica y en el que ha tratado que cada canción tenga su acento propio.

“Después del anterior disco en directo tenía muchas ganas de volver a entrar en un estudio de grabación”, dice Budiño durante una entrevista en la que explica que su empeño era utilizar “como recurso base” la percusión tradicional de Galicia.

“Luego la trabajé como productor. Quería ahondar en la percusión tradicional, tocada a mano, pero con una visualización de la música electrónica en la forma de trabajo, por eso tiene multitud de capas y se fueron creando tantos ambientes”.

Sin embargo, Budiño ha creado en Sotaque (Fol, 2013) un álbum enfocado al directo, con la vista puesta en que, a pesar de su trabajo en el estudio de grabación, el resultado fuera un disco que pudiera trasladarse a los escenarios “tal y como suena” en la grabación.

El título del álbum se lo dio António Zambujo, durante las sesiones de trabajo en los Atlântico Blue Studios de Lisboa, cuando expresó su preocupación por que en la parte vocal de una de las canciones no se notara su acento (sotaque) portugués, sino que se asemejara al gallego lo máximo posible.

Junto a Zambujo, colabora, entre otros, el actor y músico Luis Tosar, recitando una letra de Celso Emilio Ferreiro en un disco que ha servido para que Budiño trabaje “a fondo” la percusión tradicional gallega.

“Todos los instrumentos están tocados con su acento propio y los colaboradores, amigos míos y grandes músicos, imprimen un carácter muy personal a todas las canciones”, señala el músico gallego, que se prepara para la gira de presentación de Sotaque.

“Me preguntan mucho si soy un abanderado de la música gallega. No me siento así, pero la verdad es que viajando por todo el mundo te encuentras emigrados gallegos y es una gran recompensa cuando pasas un día con ellos y ves a gente de 88 años bailando en un teatro con sus hijos y sus nietos”.

“Nos encontramos con generaciones de gallegos enteras; bisnietos de algunos que son forofos de la gaita, que aprenden a tocar el bombo o el tambor, una generación muy joven que está entusiasmada por conocer la música gallega”, explica Budiño, que asegura que en todos los países a los que ha viajado “encontré a un gallego”.

Curiosamente, “en España es donde menos tocamos”, señala el músico, que sin embargo durante el próximo año tocará principalmente en la península para acercar a las distintas ciudades españolas un tipo de música en auge en su tierra natal.

“La generación que me tocó vivir fue un momento intersante porque cogimos el testigo de la música tradicional de los años 20 y 30 -en el 36 se cortó con la guerra y el franquismo- y lo profesionalizamos”, recuerda, al tiempo que considera que sigue habiendo hueco para la música de raíz gallega.

“Esta música tiene todo lo que tu propongas en el momento en el que te subes a un escenario. He escuchado jazz, rock, electrónica y evidentemente hay una evolución en mi música, pero tengo muy claro de dónde vengo y dónde estoy cuando subo a un escenario”, afirma Budiño, orgulloso “de poder llevar un trozo de la tierra a cualquier lugar del mundo.

“Había una frase que dijo Castelao cuando fue a Buenos Aires a presentar una obra de teatro: Aunque mi obra pudiera ser traducida a todas las lenguas del mundo siempre será una obra de arte gallega, porque está hecha con zumo de tierra y miel de tradición de Galicia”.

11 de abril de 2013

Duo kie: “España es una patera que se dirige al Norte de África”

Duo Kie, con cierta sorna. Foto: www.boamusica.com 

“Seguramente se podrá decir con otras palabras, pero solo se merecen las malas”. Con el lema por bandera, Duo Kie presenta nuevo álbum, Inferno’, un disco con dos caras: la tragicomedia y el drama, la sonrisa y la boca torcida.

Todo el mundo nos dice: ‘es el disco más maduro que habéis hecho’; que yo creo que es una manera de decir: ‘es la primera vez que os portáis como adultos’”. Inferno (Boa, 2013) suena a los Duo Kie de siempre, un puntito irreverentes, algo escandalosos, pero con “un aplomo que no tenían otros discos”.

Nerviozzo explica durante la entrevista que no pretenden “agobiar” a la gente recordándole cómo está el panorama, que entienden que uno quiera ponerse un disco para entretenerse y evadirse.

Lo cierto es que abundan entre las 14 canciones del álbum temas con ritmos que van del rock a lo electrónico y del hardcore al pop. “Que nos hayamos hecho mayores no quiere decir que Duo Kie vaya a perder su esencia”, dice Lokus, “dos pilares del grupo siempre han sido el sentido del humor y la potencia”.

El dúo madrileño reconoce que en este disco las producciones han ganado peso. “La personalidad se mantiene, la música evoluciona”, considera Lokus, que sentencia: “no te vas a tirar 15 años haciendo el mismo tipo de canción porque sería un coñazo”.

Cookin’ Soul, Heavy Roots, Hazhe, Baghira, JC Moreno son algunos de los encargados de los ritmos de Inferno que Lokus considera un disco “con calidad y aplomo” por colaboraciones de músicos como Sôber y Alberto Jiménez.

“El rap siempre ha sido la música que bebe de todos los estilos, por eso es la última de las músicas”, teoriza Nerviozzo en torno a los sampleos y los dogmatismos en un género que puede sonar como el artista desee.

“Eso de que esto o lo otro no suena a rap... todo suena a rap, porque todo puede ser rap”. “¿Sabes lo que pasas con las opiniones? –interrumpe Lokus- que son como los ojetes, cada uno tiene la suya”. “Al final, la conclusión a la que llega uno cualquiera con dos dedos de frente y un par de años a la espalda es: Haz lo que te salga de los cojones que yo haré lo que me apetezca. La música es como el sexo, hay que hacer lo que apetece”, sentencia.

“Imagínate que llegara un tipo y dijera ‘el rap solo tiene que ser social y sonar a los 90’ y todo el mundo respondiera amén. Si el hip-hop fuera solo así a partir de entonces, se habría cargado la diversidad de esta música”, continúa Lokus.

Lo que sí parece claro para ambos es que un disco debe sonar sincero y eso ya hará que sea un rap real. Quizá por eso –“era inevitable”, dicen- Duo Kie se ponen algo más “serios”. “El país no está para bromas”.

Como bien señala Lokus en algún momento de la conversación, parece que ineludiblemente todo tenga que pasar y pase por la crisis y el que-mal-está-todo. Pasa en las reuniones familiares, con los amigos, con el frutero; no es de extrañar, dice el rapero, que llevemos todos unos años algo más que indignados.

“Después de 20 años currando 16 horas al día, ver que lo pierdes todo hace que estés enfadado y con una familia o una serie de personas a tu alrededor hace que te plantees aún más qué futuro nos espera”.

“España es una patera que se dirige al Norte de África”, bromea Lokus para quitarle hierro a la conversación, aunque lo cierto es que admite que no le cuesta “cagarse en cualquiera”. “Lo que queremos decir siempre ha primado sobre la manera en la que debemos decirlo”, añade.

“Me plantee esa cuestión cuando nació mi hijo ¿a qué edad le dejo escuchar mi música?”, señala Nerviozzo, que citando de memoria remata: “yo soy responsable de lo que escribo, no de lo que tu interpretes”.

“Lo que pasa es que estamos viendo que el o 90 o 95 por ciento de los políticos son corruptos y el otro 5 por ciento unos incompetentes ¿Cómo vas a decir eso con buenas palabras? Pues seguramente se podrá hacer, pero es que se merecen malas palabras”, alega Lokus.

Tras unos minutos de consideraciones escatológicas sobre la clase política y su gestión de la economía y esa figura penal de insultos contra la corona que provoca “que ya no todos seamos iguales ante la ley”, la conversación vuelve al rap, que es a lo que hemos venido.

¿Qué puede hacer el hip-hop por ti en este escenario? “De momento los raperos somos lo que más no quejamos y podremos seguir haciéndolo durante mucho tiempo. Puede que llegue un día en el que intenten callarnos un poco, como han intentado con Pablo Hasel o Los Chikos del Maíz, pero de momento...”

“Puede que estés o no de acuerdo con lo que dicen, pero lo que sí creo es que cada uno debería poder decir lo que le dé la gana o por lo menos expresarse de una manera libre”, ataja Nerviozzo, acomillando con dos parejas de dedos la última palabra de la frase.

9 de abril de 2013

L.A.: “El reto de la escena internacional nos pone”

Lluis Albert Segura y su banda. Foto: Juan Pérez-Fajardo/I'm An Artist 

En algún momento, Lluis Albert Segura puso todas las fichas sobre la mesa y apostó por hacer de la música su carrera. Dualize es la demostración de esa firme convicción por lo que hace y también el ‘presenten armas’ obligado antes de su reto más complicado: hacerse un hueco en la escena internacional.

Dualize (Dreamville/Marxophone, 2013) bien podría ser la fusión de los dos anteriores trabajos de L.A. Con Heavenly Hell (Universal, 2009) llamó la atención del responsable de una gran multinacional y con el EP SLNT FLM (Dreamville/Universal, 2012) se lanzó a cruzar el charco hasta Estados Unidos.

Sin embargo, este nuevo álbum también supone un nuevo paso adelante para el mallorquín, que se ha pasado a las filas de Marxophone y vuelve a firmar un trabajo junto al productor Richard Swift, a cuya casa-estudio se mudó para trabajar en este álbum, tras una experiencia muy enriquecedora en SLNT FLM.

“A nivel personal y profesional, he pasado por una serie de circunstancias que han hecho que esté como en dos mundos”, explica Lluis Albert durante una entrevista. Dualize comenzó siendo el título de una de las canciones del disco y “ha acabado siendo el lema de los últimos tres años a nivel personal y profesional”.

Mientras que Heavenly Hell era “más gomoso, mainstream y limpio”, este álbum tiene “un punto bastante garajero y crudo” que Lluis Albert atribuye al proceso por el que él y la banda pasaron durante la grabación de SLNT FLM. Aquel disco “encrudeció nuestro sonido y lo dejó como más austero”, considera, al tiempo que añade: “la mezcla de esos dos discos ha hecho que este suene como suena”.

Sin ocultar su debilidad por su anterior EP, el músico admite que aquel trabajo les hizo “experimentar con una sonoridad que no habíamos experimentado nunca”. “Eso se ve plasmado en muchos de los cortes de Dualize, esos delays, en algunos puntos más cincuentero, más fender, más limpio y con mucha ‘rever’ es culpa de haber pasado por el proceso de SLNT FLM”.

Del proceso de grabación de ese EP y de su contacto con el productor Richard Swift, a quien hace responsable del descubrimiento del sonido actual de L.A. “Es curioso, puedes ensayar mucho y hacer muchas canciones y de repente viene alguien que ve algo que está ahí, pero que no has explotado lo suficiente”, señala.

“Por eso no sé qué pasará en el próximo disco, pero seguiré echando mano de productores para que aflore aquello que parece que está escondido”, continúa Lluis Albert, que considera que la figura del productor –“un artista” en el caso de Swift- se dedica “a sacar la magia de la banda”. “Richard hizo de psicólogo musical: sacó todo lo que llevaba dentro y quizá por eso es un disco tan dispar, de repente una canción garajera, otra más funky que puede recordar a Prince, eso no es un trabajo fácil”.

Vista la fusión, Lluis Albert habla del paso adelante. “Vamos poco a poco, pero elegimos los pasos bien y vamos subiendo escaloncitos”, explica, al tiempo que matiza: “han cambiado muchas cosas en estos años, pero el embrión es el mismo, cuatro tipos de Mallorca que disfrutan haciendo música”.

Aún así, los objetivos de L.A. ya no son los de una banda local. Tras su paso por festivales como Reading o South by Southwest, Lluis Albert pone su vista en una escena musical que parece reservada tradicionalmente para artistas españoles de corte mucho más folclórico. “El reto es la carrera internacional, vamos a poner toda la carne en el asador por ella”, asegura.

“La meta es poder tocar donde sea, no quiero ser famoso, pero me gustaría poder editar mis discos por todo el mundo y viajar”, admite el músico, que confiesa cierta “ansiedad” tras pasar por escenarios de Estados Unidos, Canadá o México por volver a tocar en lugares así y situarse junto a grandes nombres del panorama anglosajón.

“Lo que nos pone es competir con ellos con las mismas armas”, en inglés y con un estilo que no les es para nada ajeno, bromea el mallorquín, que ve en ese reto “una mecha” que hace que la banda se esfuerce por mejorar concierto a concierto.

El otro gran reto es volver a su lugar en la escena española, porque “si estás un año fuera te vas para abajo”. “Volver a trabajar mucho aquí, que es una cosa que teníamos un poco abandonada. Hay mucho trabajo por hacer, muchos conciertos y mucha promoción”, sentencia.

L.A. a lo suyo y a por todas. Foto: Juan Pérez-Fajardo/I'm An Artist

Paradójicamente, ante ambos retos, la maquinaria que le acompaña ya no es la de una multinacional, sino la de una discográfica de corte independiente como Marxophone. “El cambio supone mucho, porque no disponemos de los medios y presupuestos de una multinacional, pero tenemos algo que no se puede comprar, que es la libertad de hacer lo que queramos, cuando queramos y a la velocidad que queramos”.

“Es bueno tener un gran equipo si realmente no tienes prisa por hacer las cosas y yo soy de los que se haría un Woody Allen y sacaría un disco por año, pero con una maquinaria tan grande como una multinacional es más difícil, porque todo depende de unos presupuestos, unas reuniones, unos estudios de marketing, unas fechas y además ahí no somos una prioridad, porque su prioridad son los artistas que venden mucho. En el fondo éramos unos terciarios ahí dentro”, señala.

“Ahora tengo la libertad de decidir qué se hace y cuándo se hace, con una inmediatez de un día para otro”, concluye el músico, que no se plantea el salto al castellano. “Me lo planteo igual que me planteo cantar en francés o en turco”, bromea.

Con Dualize L.A. se lanza de cabeza a por una serie de retos que quizá no lo serían tanto en otro momento para la industria de la música, aunque Lluis Albert dice ver “esperanza y luz en todo esto”. “Y creo que es lo que le transmito a mi banda y a la gente, porque si no todo sería muy gris”, afirma, al tiempo que reconoce los riesgos de tamaña empresa.

“Yo me lo juego todo con esto, no tengo carrera ni nada más. Mi carrera es esto y por eso esto es el todo o nada, porque me lo juego todo y voy a por todas. Pero es que si no lo haces así te quedas a medio camino”.

6 de abril de 2013

La puta opepe: “Si no gustamos en este disco, nos vemos en el siguiente”

La puta opepe, con chaleco a lo Marty McFly. Foto: www.boamusica.com 

Como un Vacaciones en el mar’ en el año 2013, el cuarteto mallorquín vuelve con un disco que viene a decirnos que a veces nos tomamos las cosas demasiado en serio. ‘Regreso al futuro’ es ni más ni menos que eso: La puta opepe visitando este siglo desde los noventa.

Cuando, poco después de anunciar su regreso a la escena como La puta opepe, en 2011, entrevistamos a Xino (aka Golpessito) había poco indicios de que decidieran lanzarse, en mitad de la crisis, a la grabación de un álbum.

Sin embargo, así ha sido. El propio Hermano Ele reconoce en una entrevista telefónica poco después de la salida de Regreso al futuro (BOA, 2013) que el concierto en el Viñarock de aquel año sirvió para reencontrarse con su público, pero también para convencerles de su propio reencuentro como grupo.

Una década después de aquella separación por motivos “estratégicos” que explicaba Xino en aquel primer encuentro, La puta opepe ha reunido fuerzas durante casi dos años de trabajo para presentar un nuevo álbum de estudio.

Regreso al futuro es “una vuelta a los inicios” o como bien dice Hemarno Ele “un Vacaciones en el mar (Yo Gano, 1996) en el año 2013”. La banda mallorquina mantiene su espíritu de fusión de géneros y su habitual mordacidad, como si los cuatro no hubieran perdido el buen humor desde los noventa. O como si condujeran su Delorean para visitarnos.

El disco es una mezcla de estilos y letras: es rap y denuncia, ragga y humor, funk y ejercicios vocales, dancehall y trucos verbales y, por supuesto, esas intros tan marca de la casa de La puta opepe.

Lo novedoso, apunta Hermano Ele, es la calidad de la grabación y la música. “Antes hacíamos nosotros la música, las letras, las mezclas, todo; ahora hemos recurrido a otra gente para la parte técnica”.

Con instrumentaciones de Alberto Dubscience, producciones de Heavy Roots, Loop Stepwalker, Inxu y Kase One, La puta opepe suena a unos años noventa sofisticados. Como si, siguiendo su comparación, Vacaciones en el mar sonara profesional y limpio y no como aquella cinta de cassette que les hizo ganarse un hueco en la historia del movimiento rap en España.

En la misma línea, Jorge Gascón se ha hecho cargo de la mezcla y la masterización de un álbum en el que La puta opepe consigue sacarle una sonrisa a los-tiempos-que-corren. “Estamos jodidos igual que todo el mundo, pero te decimos las cosas con una sonrisa en la cara, porque esa es nuestra filosofía”, afirma el MC al otro lado del teléfono.

El regreso a los estudios de grabación acompañados de Pacodemus (aka Xarro de las calaveras) y Don Manolo fue “más fácil de lo que esperábamos”. “Teníamos un poco de miedo de volver a escribir juntos, pero fue mucho mejor de lo que al principio nos parecía; no nos dábamos cuenta y estábamos componiendo las canciones”.

Canciones como Quiero estar ridin’, Ragga me va o Metrosexuales dan paso a esa parte de “espíritu combativo” que Hermano Ele afirma que la banda no ha perdido: No pasarán, Que le den o No Mass Media. Todo sazonado con guiños nostálgicos como Pásate el micrófono III o algaradas electros como Pa la Massive.

“Ojalá tuviéramos un éxito inmediato y repentino, pero sabemos que hay que volver a conquistar a la gente”, reconoce el MC cuando se le pregunta por la recepción del disco y su agenda de conciertos.

El grupo de rap y ragga mallorquín, en perspectiva. Foto: www.boamusica.com 

Y es que “se nota un relevo generacional”, dice Hermano Ele. “Siguen viniendo muchos chavales a vernos, pero nos vamos dando cuenta de que La opepe es para gente que nos escuchó en aquella época y que sigue al pie del cañón. Ese es nuestro público más fiel”.

Ahora bien, “no vamos a escribir a medida de lo que la gente quiere oír, hemos sido fieles a lo que nos gusta hacer. Y si no gusta, pues no vemos en el siguiente disco”, sentencia Hermano Ele, que adelanta nuevos trabajos del grupo a pesar de la crisis y de los cambios en la escena musical.

“En el hip-hop las miras han cambiado mucho. Antes existía un sentimiento de conciencia común, de pertenencia a un movimiento. Ahora la gente mira más por los de su barrio y menos a otras cosas que salgan. El rap se ha localizado por núcleos”.

Aún así, “La puta opepe sigue teniendo cabida”, porque, como bien señala, “sigue siendo el grupo que se sale de los tópicos del rap que la gente detesta”, como “la chulería, la misoginia o el postureo”.

Pero, sobre todo, La puta opepe es un grupo de referencia del rap y regresa de vuelta al futuro, aunque al contrario que Marty McFly, los cuatro vuelven dispuestos a quedarse en el panorama.