9 de febrero de 2009

Cal y arena

No definiría a T. como una persona especialmente culta. Era más bien un hombre sencillo, con el carácter agriado por el cáncer en sus últimos años de vida, malhumorado, gruñón, reservado y poco amigo de los discursos elaborados.
Le recuerdo sentado en un sillón de su casa del pueblo, leyendo la prensa con dos cartones de Ducados a su lado, caminando lentamente por la tierra arada deteniéndose a mirar y a tocar las flores de los almendros, o paseando con su boina calada por el paseo marítimo.
En su velatorio, plantado frente al ataúd, observando la delgadísima sombra en la que la enfermedad había convertido su figura, sus labios sellados con ese pegamento de color tan mortecino como su tez, vino a mi cabeza una de mis breves conversaciones con él.
Yo todavía era un niño, o esa imagen conserva mi cabeza, y andando junto a T. pregunté "cuando se dice 'una de cal y otra de arena' ¿cuál de las dos es la buena?". "La cal", respondió sin mirarme, "para hacer la argamasa se echan paletadas de cal y arena; la cal endurece la mezcla".
Junto a un monopatín que me regaló y que ahora no debe ser más que madera podrida hecha astillas y los veinte duros que me daba de vez en cuando, éste es uno de los recuerdos de T. que más vívidos conservo en la memoria.
Cuando el interrogante surge en el transcurso de una conversación, le cito a él, curtido albañil, para responder a la misma pregunta que le hice yo hace años. Hace unas horas he vuelto a hacerlo y he pasado el resto del día pensando en T.
Conocimientos tan aparentemente sencillos como el que él me transmitió ese día se pierden con el paso de los años y las generaciones, por eso, su marcha, como un catalizador, provocó que aprendiera a exprimir de los mayores que me rodean todo lo que sean capaces de contar.
Mas, me avergüenza admitirlo, con T. perdí esa oportunidad y si ahora me piden que dosifique una relación con 'una de cal y otra de arena' surge una duda a la que él, experto albañil, podría haber puesto solución.
Si la muerte no se hubiera interpuesto, podría completar la pregunta: ¿y en qué medida debo echar cada una de las paletadas? ¿dónde encuentro el equilibrio que lleva al éxito, abuelo?

...

3 comentarios:

soyborderline dijo...

Creo que ni siquiera la experiencia podría dar una respuesta sin titubeos.

Un saludo

amparo jimenez dijo...

Quién lo supiera. Nos equivocamos tanto que aunque supieramos la proporción exacta lo haríamos mal. Yo por lo menos. Espero que tú no, guapo, y que sepas siempre cuanta cal hay que poner para que la vida sea soportable como poco. Aunque yo deseo para ti lo mejor de lo mejor ya lo sabes.
Besos

maite dijo...

Hoy me ha dado por leer algunos de tus escritos más antiguo, y he encontrado este...buen recuerdo para T, gracias