15 de diciembre de 2008

Apuesta

Existen ciertos momentos en la vida del cualquiera en los que resulta imperativo que cuando las manos se arranquen a bailar sobre el papel lo hagan con una libertad plena. Algo así como no temer que cada una de las letras que se entrelazan provocarán ardor de estómago en aquel lector más susceptible de vomitar.
Cuando de esos instantes se hace oficio, uno debería poder coaccionarse a sí mismo para teclear titulares como: 'Este y todos los gobiernos van sin un rumbo coherente por la vida, aténse los machos', 'El líder de la oposición es un lila', 'Amaia Montero publica nuevo álbum ¿era necesario?' o 'Movida católica en el centro de Madrid. Proclama heavy de la Iglesia el día de los Inocentes'.
Luego, en las palabras sinceras, las que no se escriben para ganarse el pan, sino por esa extraña incapacidad de expresarse mejor en tinta que con los labios, uno debería poder dejar dicho: 'Hoy la casa se me ha venido encima y a las ruinas les he pegado fuego', 'Quiero ser el único que te erice la piel con sus mordiscos', 'Mañana, es mentira, no será otro día', 'Muérete ya de una vez' o 'Bésame y déjate de tanta historia'.
Pero, es cierto, después se planta el cualquiera ante el otro, el avezado lector, el corazón sensible, con sus ojos de dolor, estupor, desprecio o rabia y se hace difícil no pensar que la sinceridad y la libertad a veces están sobrevaloradas o que, por lo menos, debería ser capaz de controlarlas vestidas de elegancia.
Es el otro el que cohíbe; la certidumbre de que habrá un receptor para cada una de las verdades personales dibujadas es la que oprime y aletarga los dedos. Y aún así, a pesar de que la información es poder en manos extrañas, pese a que a veces cuesta renovar los votos, uno insiste en apostar por el libre albedrío y decirle al otro: que te den por culo, hoy escribo como si fuera para mí solo.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Conmovido estoy, querido colega. Estás que te sales de un tiempo a esta parte. Me gusta ese final pero te recuerdo que esta cosa de los voceros la inventamos, entre otras cosas, para poder mandar a tomar por el culo a quien nos viniese en gana. Quiero decir que, como periodistas, es cierto que tenemos cierta responsabilidad a la hora de contar las cosas (Por cierto, el último disco de Amaya Montero no es tan malo...)

... pero en tu blog, o como quieras llamarlo, creo que deberías olvidarte de la mirada de sorpresa del lector, de sus inquietudes, de sus miedos, de su inocencia. ¡Qué coño! Aunque te cueste...

Anónimo dijo...

Por cierto... esa libertad plena tocapelotas es la me llevó a escribir los tontas que eran.... te recuerdo que me pediste restricción, contención o algo así.Besos

Anónimo dijo...

¿Contención? ¿restricción? jamás le pediría eso al matemático de lo imposible y menos si se trata de argumentar por qué son tontas las tontas... revisa ese comentario!