15 de abril de 2008

Manden firmes

También es mala suerte que la primera blusa que tiene la oportunidad de pasar revista a las tropas en la joven democracia española fuera de corte premamá y llevara pantalones. Carme Chacón es lo más de lo más dentro del nuevo equipo de Zapatero; él, el primero en formar un Gobierno con más mujeres que hombres, ella, protegida del jefe y primera fémina en ponerse al frente de los tres Ejércitos, que así dicho suena a sudor, sangre y guerra.
El carácter poco belicista de nuestras Fuerzas Armadas libra a la insigne ministra de Defensa de ponerse el mono militar y pilotar un caza hasta un portaaviones en el Golfo Pérsico para recitar aquello de 'our troops have prevaled' mientras amarra con los pulgares la hebilla, pero no de lucir palmito cuando a uno de los tres mil soldados que España mantiene en misiones en el exterior le dan matarile y vuelve a casa bajo una bandera.
Chacón ya sabía desde hace tiempo cuál sería su próximo destino y por eso se le había puesto cara de susto en las últimas semanas, la misma que lucía en la toma de posesión. Como promoción, ahora que algunos dentro de las filas socialistas la ven como todo un valor en clave sucesoria, el cargo no está nada mal, pero menudo marrón le ha caído a la catalana más cool de la democracia. Romper clichés en esta España nuestra tan castiza no es moco de pavo y más si tu curriculum son dos años en un ministerio de Vivienda. Aunque tal y como está el panorama, quizá sea preferible ponerse ante el Cetme de la Legión que frente a un constructor.
No es por inexperiencia, qué sabía el juez José Antonio Alonso de militares cuando le tocó cargar con el muerto que no había querido otro; ni tampoco por cuestión de género, porque nadie más apropiado que la malcarada Maleni Álvarez para ese 'Capitán, mande firmes' que pasará a la historia como la primera orden de una mujer a la tropa. Es más bien una cuestión de postura, de sentir vital.
No se le reprocha su espíritu pacifista, menudo es haciendo la paz y el buen rollo el Ejército español, sino que en sus labios ciertas palabras no acaban de quedar del todo bien. Cuadrarse se cuadró hasta el último funcionario que oteaba el Patio de Armas del Ministerio de Defensa, porque estaría feo no obedecer a una madre, pero hasta ella se dio cuenta de que se le atragantó el 'Viva España' que venía a continuación. Aquello no sonó ni mucho menos tan patriótico como cualquier palabra que salga de la boca de José Bono, pero, por eso de los cien días de cortesía, Chacón tiene el reconocimiento del esfuerzo que vocalizar esas dos palabras le costó.
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7 de abril de 2008

Alegato al amor democrático

Una valiente le dijo lo que era el amor, y él respondió:
"El verdadero amor es el democrático y éste debe ser libre; es necesario que pueda viajar a donde le plazca e instalarse donde mejor le parezca, pues sólo él sabe dónde se sentirá cómodo. Nada de impacientarle con caprichosos requerimientos o prisas innecesarias; llegará cuando tenga que llegar.
Adoptará la forma que le parezca conveniente sin seguir guión alguno. Jugará con nosotros si quiere hacerlo; pasará de ligue esporádico a compañero cómplice o a absoluta entrega si así le parece o no continuará ni ese ni ningún otro orden que la lógica permita predecir y se limitará a recorrer estadios disfrutando de su albedrío. Demolerá refraneros y convencionalismos, y ya nunca más la tercera será la vencida.
Afectará a todo humano por igual, sin distinguir raza, color o sexo y dentro de cada individuo se manifestará de forma distinta; empapará sin importarle la edad o el cuerpo que ponga en su punto de mira, y así debe aceptarse. Logrará, aún así, conservar intacto el brillo en los ojos, las miradas cómplices y furtivas, el revoloteo en el estómago, el temblor intenso de la piel al roce.
Marchará ante la más mínima señal de cómoda costumbre, soportable tedio o rutinaria monotonía. Rechazará cualquier uso social impuesto y se acotará a las normas que mejor le convengan, estableciendo jerarquías, paralelismos o atajos. No aceptará más sacralización que la que su esencia le otorga: ni dioses, ni rituales, ni convenciones, ni intermediarios.
Atravesará si es necesario el plano físico y nos dejará prendados de un recuerdo, un objeto o un simple pensamiento, sin atender a más razón que un leve temblor vital. Se sabrá cómodo a los brazos de cualquiera, pero también voluble, caprichoso y laborioso, dejando para el afortunado la mayor parte del trabajo. Él pondrá el arco y las flechas, la parte contratante el ahínco y la firmeza.
Por ello, exigirá el mimo constante del esfuerzo conjunto. Anhelará un estado permanente de sana tensión que impida su letargo y que se vigile metódicamente cada una de las decisiones que le afecten. Su único fin será la perfección y reclamará preparación, dedicación y grandes dosis de paciencia para tal batalla, en la que no hará rehenes ni aceptará claudicaciones.
Y así, el amor democrático, como cualquier ser humano llamado a competir, no se conformará con la victoria efímera en cada una de sus carreras, ni con cosechar trofeos que críen polvo en las vitrinas, sino que luchará, ante todo, por lo que considera su mayor éxito: quedarse con nosotros una vez hayamos muerto".

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