29 de septiembre de 2008

La bestia

Asustado de comprobar cómo el mal camina a tu lado cogido de la mano. Has recibido golpes que no olvidas, moratones en las costillas, huesos hechos astillas. Tu cabeza labra a cuchillo las derrotas a las que le has sometido y en una nota al pie recuerda cuál es tu cometido: No hay venganza posible contra un enemigo ya invisible.
El alcohol hace que no te contengas, esta noche eres dios y no hay nada ni nadie que te detenga. Rapeando insultos contra insulsos, un bar de moda se convierte en un particular campo de batalla en el que tu ego se atreve con todas las lanzas. No te pararás a contar caras a favor o en contra porque los números hoy no importan.
Los que te conocen no te reconocen, creen que juegas a hacerte el indecente, a tambalearte escupiendo entre la gente. No me pises que te aplasto el alma, no me acaricies que ahora mi corazón no ama. Voy a enfrentarme con todo aquel que esté callado, con todo aquel que diga esto y lo contrario.
Y si te pones por en medio, me cago en tu vieja, he soltado a la bestia.

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23 de septiembre de 2008

No tocaba

Perdona si me enfado contigo en estas extrañas circunstancias, pero es que ésto, ahora, no tocaba.
No tocaba que tenga que sentarme, a cientos de miles de kilómetros de nuestra isla, a teclear estas lineas para tí a modo de tardía despedida, porque a saber dónde estarás tú esta noche, cuando los hermanos lloren a tu cuerpo en una iglesia, seguro, abarrotada.
No tocaba que los diarios, que dedican sólo una columna de sus páginas a informar de los accidentes de tráfico durante el fin de semana, incluyeran este lunes tu nombre a toda pagina. Y qué extraño leerlo en el frío blanco y negro despues de años llamándote como a nosotros nos gustaba.
No tocaba ver a los hermanos destrozados por el dolor y la sorpresa, ni oírlos derrumbados o reunidos todos de luto en la calle donde desde críos nos juntamos, ni que nos robes a todos esa certeza que hemos tenido durante años de que cuando decías 'luego os llamo' desaparecerías hasta el día siguiente y lo harías sin ánimo de hacernos daño.
Por eso escribo estas letras con enfado, porque lo que no tocaba, compañero, es algo que se podría haber evitado.
....y pienso ahora -qué ironia- que, de niños, tú y yo jugábamos juntos a tenis y que es posible que nunca lo hubiéramos comentado...

Un réquiem por tí, Alejandro.
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