31 de octubre de 2008

Cerca del suelo

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Me despierto.
Llueve.
Era de esperar.
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Soy un autómata. Cuento las gotas que se deslizan por mi chaqueta, enumero los adoquines que piso, ignoro a las personas que me cruzo de camino al trabajo. Y allí, una vez más, junto cadenas de palabras de veinte en veinte, a razón de nueve líneas el párrafo, con más tesón que ánimo.
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No esquivo los charcos.
No quiero.
No siento.
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Finjo una sonrisa, que me interesa lo que tecleo. Aunque ahora quiera que me arranquen las manos, aunque ahora quiera que se me partan los dedos. Suena en la radio Marvin Gayes, subo el volumen. Pasan a 'More than words' y me cago en los muertos del locutor.
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Apago la radio.
Escucho las sirenas.
El mundo gira.
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28 de octubre de 2008

Quimera

(ahí está, tal y como dijiste que sería)
...no puedo apartar la mirada de ti...


La cabeza, en ocasiones, puede ser más quimérica que el corazón y llevarnos a imaginar que lo imposible será, que el infinito es metal maleable a nuestra voluntad, que lo fugaz es lo anhelado...

...pensar, por ejemplo,
que la princesa de Esparta no desencadenó el fin de Troya,
que no hizo arder la ciudad de las altas murallas el rey déspota
y que fueron responsables los bucles,
la incomprensible belleza de una sonrisa,
los ojos eternos en la memoria del Guerrero
de Briseida...

¿valdría entonces la pena
lanzarse a tomar lo inexpugnable?

Retarse a uno mismo en vida, sentir el miedo propio del devenir, de lo desconocido, es lo que nos lleva al ser verdadero, al ser último que todos deberíamos llegar a ser: consciente de la energía de su sustancia, conocedor de sus carencias y bondades, pero sin limitaciones.

...no siempre es fácil detenerse y pensar
cuando el cuerpo pide entablar batalla
sosegar las monturas hechas de aire
acallar las cuerdas de los arcos
que ya vibran dando muerte a la razón
detener los impulsos de la carne
arrancada de las manos de la memoria...

No sometas y condenes lo eterno a la vil materia que arroja el presente, pero cuestiona lo que se presenta como infinito hasta perder el conocimiento; sólo nosotros tenemos capacidad de manejar nuestra voluntad, aunque al final respondiéramos a designios superiores y el final de nuestros días, la silueta perfecta de cada huella, fuesen las líneas que otro marcó de antemano.

Sigo convencido de que juzgamos nuestros actos y fijamos la pauta de la siguiente vida: el karma existe, no es más que el metaconocimiento de nuestra esencia inmortal.


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13 de octubre de 2008

El Partido Popular Reconstituido

Lo mejor de la actual crisis que nos ha tocado vivir no es comprobar que en los bares de nuestras ciudades llevan tiempo escondidos avezados analistas políticos o que los más de seiscientos asesores políticos de Moncloa bien podrían ser del gremio del taxi, ni siquiera el poder introducir en una conversación aquello de por fin el modelo capitalista neoconservador ha caído.
No, lo más bonito de todo este nuevo crack económico y financiero, opina el que uno en este humilde espacio firma, es llegar a la conclusión de que podemos vivir en el mundo tal y como lo conocemos, tal y como lo hemos inventado, pero que si le damos la vuelta y lo ponemos completamente del revés, seguimos tirando como si la cosa no fuera con nosotros.
A modo de ejemplo sirvan los feroces ultraliberales que capitanean las entidades bancarias o ese enorme tiburón blanco que se llama Fondo Monetario Internacional: hasta hace unos meses no había quien les pusiera regulaciones de por medio sin que pusieran el grito en el cielo apelando a la libertad de mercado y ahora casi provocan lástima cuando suplican dinero de papá Estado.
Qué decir de nuestro Gobierno de izquierdas -si es que el socialismo hoy por hoy sigue siendo esa mano del sistema- ese al que temían los altos empresarios nacionales por su voluntad última de quitarles el dinero a los ricos y dárselos a los pobres. Qué diría Pablo Iglesias si viera al PSOE que fundó interviniendo en el sistema financiero no para nacionalizarlo, sino para salvarlo.
Pero el mejor de todos ellos es, sin lugar a dudas, el pobre Mariano Rajoy. El hombre que nunca quiso asistir al desfile militar de la Fiesta Nacional, pero que el año pasado pasaba lista para poder completar su registro de españoles de bien, potestad única de su aguerrido Partido Popular y de aquella niña que sólo él tenía en cuenta.
Rajoy, el mismo que hace menos de dos años se codeaba con los grandes empresarios, el que proponía una rebaja del IRPF que beneficiaba a los que más tenían, el que estuvo en un gobierno que permitió los desmanes urbanísticos gracias a la Ley del Suelo, se ha pasado al marxismo-leninismo y parece que no hay vuelta atrás.
El nuevo PP, formado por políticos profesionales que nada quieren saber de los principios del padre al que mataron, bien podría rivalizar en votos con la agotada Izquierda Unida. La nueva centro-derecha de Mariano ni es centro ni es derecha y clama a los cuatro vientos su nuevo ideario de quita y pon.
A la mierda con los banqueros y altos empresarios, que el dinero que les dan a ellos acabe en manos del populacho, gritan desde la calle Génova, donde han cambiado la fotografía de Aznar -aquella anomalía- por la de Bakunin y las camisas de color rosa por camisetas de tirantes con la cara de El Ché.
Mariano está preocupado ahora por los problemas reales de los españoles (sic) por el precio del pan y del café, porque a él sí que le dieron un cursillo relámpago en precios populares antes de soltarle ante la masa, por la hipoteca del común de los mortales e incluso por el precio de los colegios privados que tanto le gustan a la acechante Esperanza Aguirre.
El líder del PP dice que lo que mola ahora es la pequeña y mediana empresa, como si más de la mitad de los españoles trabajarán en el taller de coches de papá, y está harto de que ese sucio capitalista que es Zapatero reparta el dinero de los contribuyentes entre sus "amiguetes" de las entidades financieras.
Sólo un hombre no sonríe ante el nuevo rumbo de los acontecimientos en casa Mariano. Un hombre que está solo ante el peligro y al que algunos han visto vagar como alma en pena por los pasillos del Parlamento Nacional: Llamazares no sólo ha perdido su puesto como la alternativa caduca de la izquierda, sino que encima ahora teme que en las próximas elecciones su escaño se lo lleve el nuevo Partido Popular.

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