4 de mayo de 2009

Rutinario

No pretendía escribir esta noche. Si me siento a estas horas frente al teclado, si en lugar de estar durmiendo me he liado este pitillo -y los dos que ya he apagado- me he servido un té y he encendido el ordenador, es por tu culpa.
En realidad nada nuevo puedo contar salvo lo de siempre. Las horas pasan, el trabajo pesa, el amor por la escritura es inconstante y tengo algo abandonada la literatura. En lugar de a ésta, me dedico a las historias de griegos y romanos, aunque últimamente ando algo derrotista y hasta Alejandro Magno me parece un mierda arrogante, manipulador e interesado.
Hoy me duele algo la garganta, he pasado como si nada la resaca de ayer, mañana vuelve a ser lunes, otra vez, y me pregunto si los millonarios también se despiertan de un humor de perros cada principio de semana aunque no deban cumplir en la oficina o si acaso su tiempo se organiza de forma distinta y siempre es viernes por la tarde, sábado todo el día, domingo por la mañana.
He planchado, he fregado y, como frente al televisor me sentía indigno, me he decidido a limpiar del escritorio el círculo que dejaste con tu último café. Lo conservaba como se guardan las fotografías, las cartas o los recuerdos, en un rincón de la habitación que coge ese polvo que sólo espantamos una vez al año, cuando nos apetece rememorar o torturarnos.
Fuera ha lucido todo el día el sol y la gente paseaba por el mercadillo del barrio. Supongo que tendría que haber salido a caminar, recorrer de arriba a abajo los puestos de frutas, juguetes baratos, ropa de segunda mano y objetos robados, pero he preferido hacer vida de gato cansado y limitarme a observar cómo crece la grieta que hay al lado del armario.
Yo no quería escribir y mira a qué me has obligado.

...

7 comentarios:

fguiral dijo...

La melancolía de los domingos es puñetera pero necesaria, porque nos recuerda nuestra propia historia y sobre todo que seguimos vivos. Gracias por describir tan bien algo que sentimos muchos.

Miguel Martorell dijo...

Gracias a ti, fguiral, por leer y participar. Se agradece, honestamente. Un saludo

... solo por loco dijo...

Y aquellos que no tenemos ni un triste cerco de café que levantarnos a limpiar... qué hacemos los domingos??

Miguel Martorell dijo...

Servir un café solo y echar tres hielos desde medio palmo de altura. Dejar secar.

... solo por loco dijo...

Yo esperaba que me invitaras a pasear de la mano la tarde del domingo por El Retiro... interpretaré este desplante en forma de técnicas y frías instrucciones como un desliz propio de tu bohemia condición.

Andrés Glez. Déniz dijo...

Si escribe tan bien siendo tan joven, no quiero ni imaginarme cómo lo hará con el peso que da el paso de los años.

Anónimo dijo...

Impresionante.

Fdo. Bicicletas por las galaxias