14 de junio de 2009

Tal para cual

Ahmadineyad vendría a ser algo así como Berlusconi. Un personaje detestable que tiene sus puntitos cómicos de vergüenza ajena y que los suyos parecen resignados a soportar; tanto que incluso le votan.
Si a uno se le aplica un lifting y al otro barba, parecen ambos paridos por la misma madre, la pobre. Se parecen incluso en el asunto de la legitimidad de los votos que les sustentan: Il Cavaliere amaña la ley, el persa amaña las urnas.
La única diferencia es que uno le ronda molestamente la entrepierna a Israel y Estados Unidos y el otro organiza fiestas privadas en su mansión para poder vérsela colgando -la entrepierna- al primer ministro checo.
Propuesta de debate: ¿Qué está peor considerado: decir que gasear a seis millones de judíos y gitanos no es para tanto o que en una de tus reuniones la mayoría de las invitadas acabe de cumplir la mayoría de edad?

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