30 de agosto de 2011

Lo que usted necesitaba

Era lo que necesitaba, señora, y usted sin saberlo. Usted pendiente de que su marido no pierda el trabajo ahora que la pintan calva, hartita de aguantar al niño en casa ahora que ronda la treintena y no había caído en esta gran necesidad.
Menos mal que para eso le paga un sueldo a sus señorías y ellas piensan en las cosas realmente necesarias para usted y su familia. Tan pendiente estaba de llegar a fin de mes que no se ha dado cuenta de que la solución a sus problemas era una reforma constitucional.
Es cierto, hace cinco años era mentar a la Santa Carta Magna y el presidente era todo buen rollo reformista y el líder de la oposición se envolvía en la bandera de España y hacía vídeos estilo No-Do. Unos que solo tocarla por cuatro fruslerías, otros que no tocarla bajo pena de apocalipsis patriótica.
Pero es que ahora todo ha cambiado. Lo ha dicho una señora alemana, que a usted no se le parece ni de lejos. Esta lleva la batuta de una Europa descabezada y tiene bajo sus pies un país cuyo tejido industrial para usted lo quisiera. Le apoya, además, un señor francés bajito y raro, pero que tiene una señora que canta y es monísima.
Así que la solución es reformar la Constitución, mire usted, y no para que las infantita pueda heredar el trono cuando le llegue el turno, como coreaban en la prensa rosa, si no para limitar el techo de gasto, que por lo visto tiene que estar bien clarito para que a nuestros gobernantes no se les vaya la mano en promesas electorales.
No se queje, si es que todo esto le importa algo, que así cuando la ciudadanía necesite al Estado para mantener a sus nietos educados y sanos, el Gobierno podrá decir que dinero no se puede dar más, que sería incumplir esa ley que todos nos hemos dado, que todo lo que tenía se lo ha gastado en cosas que usted nunca ha votado.
No se extrañe de que los que le hagan el juego a la derecha europea sean los de la izquierda española. Aquí ya no hay color, ni principios, ni vergüenza torera; hasta ese punto hemos caído.
Y si no le gusta la idea, pues proteste, total uno ha conseguido lo que pretendía y el otro está ya más con un pie fuera que dentro. Ninguno de ellos se preguntará qué hace una señora como usted sentada en las calles con los indignados.

Publicado originalmente en: LaSemana.es