17 de mayo de 2012

¿Para qué un 15M?

El simple hecho de negar la repercusión del 15M es admitirla. Como dejo dicho un griego: Hasta para negar la filosofía hace falta la filosofía.


Se discute mucho sobre la utilidad del movimiento -del crisol de movimientos conjugados que en realidad supone- la mayor parte de las veces basando el análisis en un pensamiento cortoplacista.
Es lógico en cierto modo dada la prisa que tenemos todos por algo: En el siglo de la información todos queremos hacerlo todo muy rápido.

Sin embargo, la repercusión de lo que hemos visto suceder en España en el último año debe tratar de calcularse en el largo plazo. Algo así como hacer uno de los ejercicios de psicohistoria que planteaba Isaac Asimov.
En el corto plazo comprobamos su discutible influencia en las elecciones y en la economía; en el medio plazo asistimos a su ha incorporado al debate político y a su argumentario, a la agenda de los medios de comunicación; en el largo plazo veremos hasta qué punto ha cuestionado el sistema establecido.

Me lo decía una gran comunicadora: el 15M ha demostrado que existe otra manera de hacer las cosas, que otro mundo es posible.
Pensar lo imposible, me decía.

En gran parte lo ha demostrado: la opinión pública, la acción política, la voluntad reformadora, ya no se encuentran exclusivamente en manos de los agentes a los que nos habíamos acostumbrado. Partidos, gobiernos, sindicatos, medios de comunicación, mercados, todos hacen sitio a un nuevo jugador.
Digamos que el 15M ha conseguido que en los canales habituales del poder se le haya abierto una pequeña vía en la que actuar, un soplo de aire freso en un sistema viciado y en decadencia.

Porque, admitámoslo, la crisis no es únicamente económica y política, ni tampoco coyuntural. Llevábamos un tiempo conduciendo a tumba abierta con los ojos vendados hacia donde ahora estamos; no podemos esperar seguir andando el camino como lo hacíamos,deseando regresar a un estadio anterior, fingiendo que nada ha pasado.

Existe otra forma de hacer las cosas y el 15M llegó para intentar demostrarlo. Solo por ello, su existencia resulta vital para el desarrollo social y democrático y solo por ello discutir el movimiento es aceptarlo: de no haber existido, puede que nadie hubiera iniciado la discusión. Puede que no tuviéramos alternativas.
Entonces sí que no se vería luz al final del túnel.

En los tiempos que corren, pensar en encontrar alternativas es lo único sensato.
 
Publicado originalmente en: LaSemana.es

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