14 de noviembre de 2012

Orchha

Podríamos decir que en Orchha los buitres reinan la cima del mundo y las vacas gobiernan la tierra. 

Ellos vigilan de día la planicie a orillas del río Vetravati, desde su nido en una de las cúpulas alargadas del mandir de Chaturbhuj o sobrevolando la fortaleza, el palacio y el templo real, mientras que ellas campan ufanas a sus anchas entre ruinas, cenotafios y tumbas y se adueñan de las tres calles que conforman la ciudad. 
Envidiamos a los buitres como seguramente hacen las vacas: la vista aérea del conjunto de Orchha enmudece. A decenas de metros sobre el mercado de baratijas, en la techumbre del templo donde anidan las rapaces, después de ascender por angostas escalinatas piso tras piso, esquivando de forma casi laberíntica los tramos tomados por los murciélagos, descubrimos que el Madyah Pradesh nos ha estado ocultando su mejor escena. 
La ciudad se agrupa en torno al río, un punto minúsculo en mitad de la selva que en algún momento construyó un suntuoso palacio real de balcones ornamentados y relieves en andesita que por la noche pertenece, como parecen pertenecer todos los lugares del Norte de la India, a insectos, lagartijas y vacas.
Están estas últimas más rollizas que sus hermanas de la ciudad, será que no tienen que hurgar entre desperdicios para procurarse el alimento. 

Ya nos hemos habituado a verlas entrometiéndose en las calzadas y en los portales con total descaro, pero aquí realmente parecen ser las dueñas del lugar. Se diría que aquí las vacas sonríen al comprender que viven mejor que muchos hombres y mujeres en todo el país: Envidian a los buitres, pero los humanos las envidian a ellas. 
En días como este, en los que el sol es capaz de nublar el juicio, nosotros mismos desearíamos estar en su pellejo y poder acercarnos, sin prisa, a darnos un baño al río.

No hay comentarios: