15 de diciembre de 2009

Obama le partió la cara a un italiano

Si el discurso de Barack Obama al recoger el Nobel lo hubiera escrito un rapero de la costa Este, en la carátula del álbum las autoridades estadounidenses habrían puesto una pegatina de 'parental advisory'. De esas que evitan que los jóvenes se líen a tiros con sus compañeros de clase.
Vino a decirnos que los seres humanos no son perfectos y que a veces tienen sus más y sus menos. Que cuando la otra parte no razona, no deja opción al diálogo, entonces hay que hacer una guerra justa (sic). Esto es, partirle la cara al otro, que estará intentando lo propio.
Como bien señaló, el mal existe en el mundo (sic) y, como bien recordó, sólo una ofensiva habría detenido a Hitler. Las guerras, vino a explicar, a veces son inevitables y, siempre, hay que tratar de ganarlas.
Con estas mismas palabras -realistas hasta la médula por cómo describen la historia humana- un yihadista haría furor en Palestina. Porque, queridos niños, justicia y maldad, son términos relativos.
Seguro que en las filas de Al Qaeda hay más de uno que piensa que Bush es el malo de la película. El perro que les hace la vida imposible y al que hay curtir el lomo.
Apuesto a que en Italia podríamos encontrar a más de uno y de dos que pensaran lo mismo de Berlusconi, un tipo que moldea la justicia a su antojo y cuya bondad es algo más que cuestionable -o eso dicen algunas prostitutas. Entre ellos, seguro que habría algún descerebrado que si le tuviera a tiro le daría un buen guantazo.
Podría evitarse claro. Estados Unidos podría invadir Italia y poner en vereda a su gobierno. Pero eso formaría parte de una novela de ciencia ficción. O una película de los Monty Pyton, no estoy seguro.
El caso es que como Obama no estaba ahí para resolverlo y además dejó claro que si alguien no responde ante la justicia, no atiende a razones ni diálogo y se porta mal hay que acabar con ello cuanto antes, un tipo se encontró a un metro de Berlusconi y decidió que para qué consultar con la US Navy.
No sé si podríamos llamar a eso instigación moral.
Tendré que preguntarle a Esperanza Aguirre. O a Herman Tertsch.

No hay comentarios: