25 de febrero de 2010

Óleo

En el extremo inferior izquierdo, al final de un muelle que se aleja hasta un segundo plano, hay un tipo que se parece a Otis Redding. Bien podría estar viendo pasar el tiempo en el vaivén de las olas.
Sobre el final de la plataforma se alza la línea del horizonte, rebasada por los tonos cálidos, rojos, naranjas y amarillos que el sol muriendo expande a lo largo de la línea superior del mar. Los colores se transforman en azules oscuros y apagados, amoratados en ciertas pinceladas, a medida que se alejan de su matriz.
Allá donde la esfera se sumerge el agua se torna casi turquesa en una línea recta que alcanza la orilla, sobre la que corre un tipo de sudadera gris y deportivas oscuras protegido por su capucha. Su sombra se alarga y desbarata sobre la arena transformada en diminutas dunas moldeadas por el recorrer del viento.
Las gaviotas alzan el vuelo a su paso, revolotean espantadas a su alrededor y viran hacia el oeste, hacia el dique natural sobre el que se ha construido una colorida feria. Las luces de la noria ya destacan sobre las del final del día y se adivina cierto ajetreo en las taquillas de las atracciones, quizá ya rodeadas de globos, gofres, nubes de algodón.
El cuadro, sin autor que lo firme, se pintó un martes cualquiera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quizá ninguna imágen más memorable que la del boxeador jubilado lanzando ganchos de izquierda al aire. a veces, una canción... a veces. no sabes lo que me alegra compartir contigo unos acordes cualquiera. porque sé que entiendes lo que quiere decir el boxeador ys, obre todo, porque todos tenemos un 21 de octubre de 2006.