4 de noviembre de 2007

Ladrones de sabores

Jean-Baptiste Grenouille guardaba en pequeños frascos los perfumes de los más diversos objetos, el olor fresco de la madera humeda, el herrumbroso del metal oxidado, el añejo de las piedras contorneadas por el río, el caduco de las hojas castañas... mas guardó el recipiente de mayor delicadeza, aquel que encalidaba únicamente por la belleza de su forma, para la esencia que consideró la cumbre de lo sublime, la fragancia que desprendía la piel de la joven más bella de Grasse.
La conquista del bálsamo tuvo su precio -pues así dicta la naturaleza su justicia, igual que otorga, arrebata- y en el proceso murió el tarro que contenía el codiciado bálsamo, tan torpes como eran las correosas manos de su captor; aún viéndola sufrir, los ojos del abominable Grenouille brillaron de éxtasis, hipnotizado como estaba con la sola idea de poseer en un envoltorio perfecto el aroma perfecto.
El paso del tiempo y la falta de uso -el mimo que le tenía a aquellas gotas le impedía siquiera acercarse a menos de dos pasos para admirarlo, allí en su pedestal- corrompieron lentamente la superficie del diminuto contenedor, que fue perdiendo su translucidez, y terminaron por hacer huir el alma del perfume.
Únicamente ese aciago día comprendió el esmerado artista que, pese al regocijo que había inundado su alma en los años que pasó en compañía de su preciada alhaja, jamás le habían robado el sabor de los labios, nunca supo que la muchacha del otro lado del Pont du Cours tenía almizcle en la punta de la lengua, que la caña de azúcar bautizaba cada una de sus mordidas o que su barbilla rebosaba cardamomo.
Y fue entonces, sólo entonces, cuando a Jean-Baptiste Grenouille le invadieron las ansias de matar y dejó de ser amante empedernido para convertirse en asesino.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No se puede leer entre líneas si las palabras no arropan latidos...

Anónimo dijo...

Aparte de felicitarte por tu prosa explicativa y olorosa (de corazón) te pediría, por favor, que cambies el tamaño de la letra si no quieres coleccionar una pila de amigos ciegos.

Ana Delgado dijo...

estoy con guiller
muy bonito texto,aunque El perfume en sí es insuperable...

Anónimo dijo...

Es uno de mis libros favoritos porque el escritor te hace oler y sentir sólo con letras y tu has conseguido lo mismo.