13 de marzo de 2011

¿Qué hacemos con Libia?

Los dictadores son algo similar a esa mujer -u hombre- que no acabamos de quitarnos de la cabeza. Cuando nos bailan el agua, les adoramos; cuando se desmadran, los odiamos.
Gadafi es el mejor ejemplo de esta filosofía tan común en las democracias occidentales en lo que concierne a regímenes totalitarios. Le consentimos sus excentricidades -su jaima, su guardia personal de vírgenes, su botox, su look de tonadillera desfasada- hasta que el monstruo se nos fue de las manos.

Y ahora ¿Qué hacemos?
Ha sido el propio dictador el que ha convertido la rebelión Libia en una guerra civil. Esa estrechez de miras rayana a la locura es la que le lleva a negar la realidad que le rodea, a denunciar conspiraciones periodísticas, a atizar el miedo del radicalismo islámico, a mantenerse en el poder aún a costa de bombardear a su propio pueblo.

Y ahora ¿Qué hacemos?
Las democracias occidentales, como siempre, se lo toman con calma. Una rebelión no es una cosa fácil -políticamente correcta, digamos- de apoyar y menos si al que se le rebelan tiene el oro negro en sus manos. Si no, recuerden qué mal sentó que el Gobierno de Aznar se apresurará en apoyar un golpe de Estado en Venezuela que luego fue aplastado. José María nos lo enseñó: antes de tirarse a la piscina, hay que estudiar la situación.
Pero claro, mientras observamos, la rebelión libia choca contra los mercenarios de Gadafi. Se corre el peligro de que el dictador vuelva a su trono, aislado y vilipendiado públicamente en medio mundo, y de rienda suelta a su locura, la cual acabaría por afectar al estimado petróleo. Supone uno que Europa no quiere conducir a 110 durante muchos años.

Así que ¿Qué hacemos?
Descartemos una invasión a la vieja usanza, ya sabemos la mala prensa que eso otorga. Las revoluciones son de quienes las montan y de nadie más. Invadir Libia supondría arrebatarles a los libios su derecho a tomar la Bastilla.
Sin embargo, cada vez más, se hace necesaria una intervención militar. Porque eso es lo que se esconde tras la expresión ¬zona de exclusión aérea¬ que nuestros líderes se esmeran por repetir: cazas batiendo las baterías antiaéreas y dejando limpio el cielo de los aviones de las fuerzas de Gadafi.
¿Qué hacer?
Un golpe selectivo y certero es lo que espera la rebelión libia de la comunidad internacional, pero esta, como siempre, sigue dividida y esperando a verlas venir.

Publicado originalmente en: LaSemana.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto es que se trata de un asunto espinoso. Y no se trata ya de Libia, sino... puede algun pais dirimir sus cuitas internas y librar una guerra civil (desafortunadamente tan frecuentes en la historia) sin que nadie mas se autoinvite a la fiesta??

La respuesta es si, lo puede hacer un pais sin recursos que no importe a nadie, tal vez solo a los traficantes de armas (que no son Tony Montanas, sino gente tristemente mas cercana).

Entonces... Estan los paises con resursos estrategicos condenados a no dirigir sus destinos, no son los paises soberanos en su propio pais???

Otra cosa mas fea todavia es haber vendido aviones a grandes dictadores y ahora porque los usan echarse las manos a la cabeza. Esta claro que si a un loco le das un arma y le pides que no te mate tienes muchas probabilidades de que te mate por notas.

Hoy dia el 80% de una guerra se libra en el aire, lo demas en trabajo de limpieza casa por casa (turbio por cierto).

Ningun rebelde Libio podra (haber, siempre hay honrrosas excepciones contra pronostico) vencer militarmente a Gadafi porque sencillamente el tiene los aviones. Aviones que le vendieron los mismos que ahora no quieren que los use, o si.

Asi que señores.... Los Libios tal vez podrian "tomar su bastilla" si no estubiesen ya practimante condenado por unos extranjeros que por asegurarse un suministro constante le regalaron un reino a un loco y le vendieron Cazas y bombarderos (los rusos... los Franceses (como no)... los yankis...) nada.... avioncitos de papel....

Por cierto... Nadie sabe nada de los atropellos a la plobacion en el Riff, pero claro... no tienen petroleo, solo pesca y porros.

Chapilin.

Juan José Aguirre dijo...

La cosa se desarrolla a medio camino entre la hipocresia y la inoperancia... y el temor a enfangarse en un conflicto similar al de Afganistán.
A estas alturas nadie tiene claro quiénes sean los rebeldes "democráticos" (víctimas inocentes, según la propaganda), ni si tienen capacidad de organización con sentido de Estado.
Solo sabemos que tienen petróleo y y que son "demócratas", suponiendo que ellos tengan conciencia de qué cosa sea eso de la democracia.
En fin ¿Qué hacemos...? Pues tirar bombas desde muy alto, no poner ni un solo soldado en el desierto libio y rezar para que la cosa se arregle más o menos.